Capillas del Convento de Campillo de Altobuey

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Mis investigaciones sobre la historia del convento de Nuestra Señora de La Loma me han permitido conocer algunos detalles concretos, como por ejemplo cuáles eran los titulares de las capillas del templo.

Los edificios patrimoniales nos han llegado según los vemos en la actualidad, después de haber pasado por las lamentables circunstancias de la guerra civil y haber sufrido la quema y destrozo generalizado de imágenes y retablos, que en el caso del convento campillano se traduce en capillas vacías, paredes desnudas, algunos pequeños restos en un par de las ocho de que dispone y poco más.

Nos encontramos varias dificultades: no existen fotografías antiguas que aporten alguna información, se han llevado a cabo algunas intervenciones no documentadas en los edificios, el recuerdo de las personas mayores que podían saber y decir algo se ha ido borrando y el inexorable paso del tiempo ha llevado a la desaparición de buena parte de la información de que se podía disponer.

Pero la consulta y estudio de la documentación existente en los archivos nacionales, así como el manejo de la bibliografía disponible, me permitieron al menos saber quiénes eran los titulares de las capillas del convento, a qué imágenes se rendía culto y se les tenía devoción, conociendo de esta manera un capítulo de la historia de las mentalidades en Campillo.

Como resultado, se me ocurrió imprimir unas cartelas que se clavaron en la pared, a la entrada de cada capilla, para que al menos las personas interesadas pudieran saber qué santos o qué altares se albergaban en cada una de ellas. Con el tiempo, esos carteles se fueron cayendo, se perdieron, se desclavaron si había que pintar las paredes… y ya no se han repuesto. Pero la gente se sigue preguntando: ¿Y aquí qué había?, ¿había santos?, ¿había altares?

En efecto, así era, las capillas estaban llenas de altares, imágenes, cuadros, etc., y en la medida de lo posible hasta el momento presente y con la documentación disponible y consultada, vamos a comentar sobre las advocaciones de las capillas del convento, yendo de izquierda a derecha conforme se entra, en el sentido de las agujas del reloj:

Primera capilla

Es donde está la puerta y escalera de acceso al coro y al actual Museo Municipal. Estaba dedicada a la Virgen de la Soledad, lo que puede que explique el hecho de que en la celebración de la Semana Santa campillana, al finalizar la procesión del Santo Entierro en el Viernes Santo, se baje la imagen al convento y se prepare allí para el Encuentro del Domingo de Resurrección. En el artículo del Museo se describen las piezas que ahora mismo están expuestas allí.

Segunda capilla

Estuvo dedicada a Jesús Nazareno sin que podamos concretar si se trataba de una imagen del Nazareno similar al del Cristo de Medinaceli, o si era un Jesús Nazareno con la cruz a cuestas, quizá lo más probable.

La bóveda de esta capilla, que como el resto era una bóveda de arista, se vino abajo hace años, pero ya no se reconstruyó de esta manera, sino en horizontal a cielo raso, se perdió la arista y confunde a los interesados en la arquitectura que no conocen este detalle.

Tercera capilla

Es la dedicada a San Agustín, en cuyo altar y hornacina principal estaba su imagen durante todo el año, vestido con el hábito negro agustino (a veces con roquete blanco), de donde era sacado y revestido de pontifical o capa pluvial para participar en determinadas procesiones.

Se observan los exvotos de cera y el travesaño de madera de la reja

Ese altar, bastante bien conservado y restaurado recientemente, es el que hoy está en la capilla que alberga a la Virgen de La Loma en la parroquia según decisión de D. Guillermo Espada, que fue párroco de la localidad; pero ni ese retablo es de la parroquia ni su titular fue la Virgen, sino San Antonio de Padua, según indican las inscripciones en la piedra de sus ventanas cuya imagen se repuso después de la guerra y recuerda todavía la gente mayor de Campillo.

Cuarta capilla

Tuvo por titular a San Cristóbal, porque, además, es el panteón familiar o enterramiento de Don Cristóbal Escribano, clérigo de Requena emparentado con Campillo, familiar del Santo Oficio de la Inquisición y beneficiado de la iglesia de los Santos Juanes de Valencia (o San Juan del Mercado) y devoto de su patrón. Se conservan pinturas en sus bóvedas, muy deterioradas.

Cuando los camioneros y conductores de Campillo recuperaron el culto a San Cristóbal y empezaron a celebrar la fiesta, con buen criterio se dirigió al convento su celebración, porque allí existía y existe esta capilla bajo su advocación.

Como cerramiento tuvo una reja hasta los años setenta, hoy trasladada a la parroquia y cerrando la subida a la torre, reja que tampoco era originaria del convento, por su forma y estilo, sino que llegaría trasladada desde alguna de las ermitas clausuradas y derruidas a mediados del siglo XIX, como pudieran ser la de San Miguel, Santa Quiteria, San Cristóbal de los molinos de viento, San Sebastián o cualquier otra de las que hubo, de donde se llevaría al convento para reaprovecharla y ocupar el lugar de la que existiría de madera torneada, como la que se ha conservado en la capilla de enfrente.

Todas las capillas del convento disponían de estas rejas de madera, lo que viene a demostrar el hecho la existencia de restos de reja en la capilla de San Agustín y en algunas otras, los cuales, por cuestiones de estética y adecentamiento mal entendidas, se arrancaron, se tirarían o quemarían y aún se pueden ver en aquella postal de principios de los sesenta realizada por el fotógrafo Martínez, de Motilla.

Altar del Santo Niño Napolitano

Altar (que no capilla) en el lado izquierdo del crucero, al que me voy a referir por aprovechar la oportunidad. Era, además, el altar del comulgatorio, y es la del Niño una devoción o imagen que llega a Campillo de la mano de los agustinos recoletos, al percatarse del fervor en el pueblo y en los de alrededor al Niño Jesús, donde el más curioso como imagen y como devoción es el conservado en la ermita del Padre Eterno, una imagencilla del siglo XVI procedente de la ciudad flamenca de Malinas, en la actual Bélgica, pésimamente restaurada.

Este altar dedicado al Santo Niño Napolitano fue expoliado por segunda vez en uno de los últimos robos que sufrió el convento y ha sido restaurado recientemente, reponiéndole las cuatro columnas salomónicas, de factura actual, así como algunos adornos o macollas rehechas en resinas y teniendo en cuenta el testimonio gráfico aportado por antiguas fotografías de mi propiedad. No se le han repuesto los dos lienzos que tuvo en origen, de San Fernando y Santa Catalina, sin duda regalados por Don Fernando Nieto Monedero y Doña Catalina Alcaud y Moya, benefactores del convento y propiciadores de su fundación, o por alguno de sus herederos, a causa de la devoción de los mismos a sus santos patrones o por honrar su memoria, lienzos que desaparecieron en el primer robo del convento en el año 1979, (nunca recuperados incomprensiblemente) pinturas que muchos aún hemos podido contemplar en su lugar del retablo y los más jóvenes pueden ver en antiguas fotografías en blanco y negro.

Retablo manierista

En el lado derecho del crucero, existe un retablo que ni por estilo ni por ubicación pertenece al convento. Estilísticamente es muy anterior, del siglo XVI, manierista, trasladado desde alguna de esas ermitas derribadas en el siglo XIX, que por su calidad y por servir de utilidad para tapar la puerta de salida al claustro del convento (hoy plaza de toros) interesaba no perder y darle nuevo acomodo. El convento se desamortizó en el año 1835, se tapió la puerta al dividirse la propiedad y se disponía de un espacio para colocar este o cualquier otro retablo trasladado.

Esa puerta claustral era muy importante en los conventos, como el de Campillo, y por ella salía la comunidad de frailes para la misa conventual y demás oficios litúrgicos. La hornacina en voladizo de la parte superior permite pensar que viniera de la ermita de San Miguel, cuya imagen con la espada atacando al demonio necesitaría de ese tipo de peana.

Quinta capilla

No sabemos con certeza su advocación o titular. He visto alguna anotación que se refiere a Santa Rita como imagen allí existente, pero más encajaría Nuestra Señora de Consolación o Virgen de la Correa, de honda raigambre agustiniana. por la nutrida cofradía que existió en Campillo puesta bajo su protección, que llegó a contar con más de cinco mil cofrades. Al igual que en la cuarta capilla se conservan pinturas en sus bóvedas y heráldica correspondiente a los Clemente de Aróstegui.

Santa Rita tuvo como lugar de ubicación el retablo mayor, cuya imagen, junto con la de Santa Mónica, vimos felizmente repuestas por la generosidad de una familia campillana, a la que desde aquí y en nombre de todos trasladamos nuestro agradecimiento. De todos modos, no era infrecuente encontrarse con imágenes repetidas en los templos o conventos, en pinturas o esculturas. y más si eran capillas puestas bajo patrocinio o respondían al devocionario particular de los patronos o benefactores.

Esta es la única capilla del convento que en la actualidad conserva su reja de barrotes torneados y sirve de ejemplo e información para saber cómo estaban todas las demás.

Sexta capilla

Parece que estuvo dedicada o puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, la que fue titular de aquella primitiva ermita medieval existente antes del convento que fue entregada a los agustinos recoletos para que fundaran y construyeran el convento que hoy tenemos, de la que han aparecido restos magníficos como es el espléndido arco de medio punto gótico y con marcas de los canteros medievales que labraron sus dovelas.

Imagen de la Milagrosa en la hornacina.

La Virgen de la Loma desbancó a la Virgen de los Ángeles, patrona de caminos y caminantes, en el fervor de la gente, pero nunca desapareció su culto y siguió contando con la devoción de los lugareños, dándole acomodo en esta capilla.

Séptima y octava capillas

La siguiente capilla estuvo dedicada a la Virgen de los Dolores, y la última (o primera del lado derecho, según se entra) fue la de Jesús en el Huerto de los Olivos. No sabemos mucho más, pero observamos que cuatro de las ocho capillas están puestas bajo advocaciones o pasajes de la Pasión del Señor, ya que en el convento existieron numerosas cofradías y hermandades que tenían su sede en estas capillas, y que, pese a no ser capillas demasiado grandes, sino más bien de dimensiones reducidas, sus espacios y paredes estaban muy aprovechados y llenos de otras imágenes, altarcillos, pinturas, relicarios, etc., distintos de la imagen titular o principal de la misma, que la devoción de los fieles o benefactores había hecho llegar al recinto conventual.

Cierre

Nada decimos del retablo principal ni del resto de imágenes que lo adornaron, ni tampoco del altar que debió existir en el camarín de la Virgen (lamentablemente desaparecido), ni de las otras muchas capillas que tendrían los agustinos recoletos repartidas por el convento, fueran de piedad doméstica o no.

Lo que pretendía con estas líneas era poner negro sobre blanco qué santos o qué advocaciones eran las titulares de esas capillas que ahora vemos desmanteladas y con sus paredes desnudas, pero que en origen ni fueron ni estuvieron así de peladas.

Las fosas o criptas de enterramiento se han conservado pese a que hubo algún intento de profanación en los robos sufridos, y sería necesario revisar su estado por seguridad.

Y para finalizar, un último apunte referido a las capillas del lado derecho, que hoy están intercomunicadas con unas puertas o pasos abiertos en los contrafuertes. Nunca existió tal paso o comunicación; fue idea y obra de Don Guillermo Espada, con la buena intención de establecer algún tipo de aireación y paliar la terrible humedad que había, y sigue habiendo, en esa lindera con la plaza de toros cuya filtración de aguas le perjudica. Se tabicaron las paredes del fondo de las capillas dejando un poco de separación, se abrió un pequeño registro o respiradero, pero el problema sigue latente y no se ha solucionado de forma definitiva, como se puede comprobar en este vídeo.

Santiago Montoya Beleña

2015

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