Los Arcángeles de la Iglesia parroquial de Campillo

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La iglesia parroquial de Campillo es una espléndida obra arquitectónica cuya construcción se inició en el siglo XVI para sustituir a otra iglesia levantada en siglos anteriores, que ya resultaba insuficiente para la población que había en el pueblo y un poco indecente para el culto divino. La torre actual se fue edificando a lo largo del siglo XVII.

Durante el siglo XVIII se llevaron a cabo unas profundas reformas, como fue construir las bóvedas que se contemplan en la actualidad, para tapar los artesonados de madera que tenía (y tiene), por considerarlos poco modernos en ese momento; se construyó el coro barroco a los pies del templo, se hizo la capilla de San Antonio (la única que tiene la iglesia y donde se colocó a la Virgen de La Loma hace unos cuantos años) y, finalmente, se abrió la cúpula de media naranja en el crucero.

El intradós, o cara interior de esta cúpula, se decoró con pinturas al fresco, realizadas por Pedro Regalado Rodrigo, avecindado en el pueblo conquense del Castillo de Garcimuñoz, un pintor y dorador del que se sabe poco, por cuyo trabajo en la parroquia de Campillo de Altobuey se le pagan once mil reales y que parece que acabó el año 1752.

El intradós de la cúpula se halla dividido en ocho partes, separadas entre sí por el mismo número de bandas decoradas con cartelas, angelillos tenantes y cabecitas de querubines. Estas bandas divisorias confluyen en un gran círculo central donde se ubica la Santísima Trinidad.

El tema principal de las pinturas campillanas es el de los siete arcángeles, que acompañan a Nuestra Señora la Virgen María como Reina de los Ángeles y preside la Trinidad en el medallón central:

La Virgen María aparece sentada sobre un cúmulo de nubes, con los brazos abiertos, coronada de doce estrellas y rodeada de querubines. A su lado dos angelillos sostienen una filacteria y una cartela en la parte más baja recoge la inscripción “Asumpta est María in zelum”. La Virgen dirige sus ojos hacia abajo, en una situación central, rodeada de los coros angélicos. Su manto es azul y toda ella presenta una iconografía y tratamiento de paños procedente del mundo del grabado y repetida en muchas ocasiones. Hay que hacer constar que, a pesar de esta ubicación especial de Nuestra Señora, no es ella la titular del templo, del que lo es el apóstol San Andrés

De estos siete arcángeles, solo tres son admitidos por la Iglesia, solo ellos pueden recibir culto, y se les cita en la Sagrada Escritura: San Miguel, San Rafael y San Gabriel. Pero los otros cuatro arcángeles pintados en la cúpula no están admitidos por la Iglesia, son considerados heréticos o no canónicos y su culto fue prohibido en fechas muy tempranas, el año 746, en el Concilio de Letrán. Sus respectivos nombres son Uriel, Jehudiel, Sealtiel y Baraquiel.

A pesar de la pronta prohibición de su culto, y debido a la mucha devoción que les tenían las gentes humildes, fue imposible eliminarlos del santoral cristiano y se les siguieron dedicando altares y pinturas, algunas en lugares tan emblemáticos como es el caso del convento de las Descalzas Reales de Madrid, del siglo XVIII.

La explicación de su presencia en la cúpula campillana, puede estar en esa acentuada devoción que profesaban las clases populares a los arcángeles, a los que se añadía el culto al Santo Ángel de la Guarda, también muy difundido, y el no menos curioso caso valenciano del culto al Santo Ángel Custodio del Reino de Valencia. También pudieron pintarse porque ni quien los encargó ni quien los hizo supieran de esa prohibición que pesaba sobre estos cuatro arcángeles referidos: los pintores trabajaban mucho usando estampas de otros tiempos y artistas, que les servían de modelo y de muestra para enseñarlas a los clientes que les hacían los encargos; el clero de la época no tenía una excesiva formación y transigieron con el tema por desconocimiento; del mismo modo que tampoco se enterarían ni el provisor ni el maestro de obras del obispado, o desconocían igualmente esa interdicción arcangélica.

Sea como fuere, el caso es que Campillo cuenta en su iglesia con un programa iconográfico bien curioso dedicado a los siete arcángeles y realizado en el siglo XVIII.

Constituyen un estadio más de la historia de las mentalidades y de la religiosidad popular, que es preciso conocer para no perder la memoria colectiva.

Ahí está San Miguel, que también tuvo su ermita en Campillo, espada en ristre atacando al demonio al grito de ”Quis sicut Deus” (¿Quién como Dios?) para expulsarlo del Paraíso.

San Gabriel, el arcángel de la anunciación a la Virgen, se presenta con una vara florida de azucenas y la inscripción ”Gabriel Nuntius Zelestis” (Gabriel enviado celestial).

San Rafael, el arcángel que acompañó a Tobías, va vestido de peregrino y lleva un enorme pez cuya hiel, según el pasaje bíblico, sirvió para curar la ceguera de su padre, y por eso se le identifica con la leyenda ”Raphael Medicina Dei” (Rafael Medicina de Dios).

Uriel aparece llevando una espada de fuego en su mano derecha y se le conoce como El aliado poderoso.

Jehudiel, El que remunera, se presenta con un látigo de oro de varias colas y una corona de flores

Sealtiel, El que habla, sostiene en su mano un incensario

Baraquiel, llamadoLa bendición de Dios, esparce las flores que lleva en el halda.

Con los arcángeles apócrifos de Campillo sucedió lo mismo que con las representaciones hechas en otros lugares, como Roma, y es que fueron borrados sus nombres, aunque no sus imágenes, para no confundir al pueblo llano. Las cartelas identificativas de ellos en la cúpula de Campillo fueron borradas, pero es de esperar que aún queden restos suficientes como para poder rehacerlas y recuperar otra página más de la historia y del patrimonio artístico de Campillo.

Las cuatro pechinas están dedicadas a los Santos Padres de la Iglesia Occidental.

Sobre las pechinas, en el círculo del tambor, se pintaron una serie de dieciseis medallones que presentan sendos bustos de los doce apóstoles, más el del Salvador Eucarístico, de ascendencia joanesca, complementados con los evangelistas, y entre los medallones unas cabecitas angélicas que hacen a modo de grisalla separatoria de aquellos. En las bandas de las ocho secciones, se ubican unos fragmentos de inscripciones cuya lectura conjunta dice lo siguiente: “Tibi laus / tibi gloria / tibi gratia- rum actio / o beata, o gloriosa, o benedicta / et indivisa / unitas“.

Su sentido trinitario parece claro y, además, no olvidemos que en la clave de la cúpula se halla representada la Santísima Trinidad. Asimismo, rodeando este círculo trinitario, existe otra inscripción, deteriorada y con pérdidas en algunos casos, en la que se puede leer: “… Sanct[us] Dominus Deus Saba- oth”, a la que faltaría, sin duda, la repetición dos veces más de la palabra “Sanctus”.

Aunque los arcángeles están bastante deteriorados por la humedad y el paso del tiempo, esperamos que con la restauración proyectada se recuperen y se iluminen adecuadamente.

Si quieres ampliar información:

El-Culto-a-los-siete-Arcangeles-en-Iglesia-parroquial

Santiago Montoya Beleña

2003

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