La Fíbula de Santa Quiteria: pieza destacada del Museo de Campillo

Comparte este artículo:

La pieza que vamos a comentar formaba parte del ajuar funerario depositado en el interior de una urna cineraria procedente de la necrópolis del yacimiento arqueológico ibérico de Santa Quiteria. Otras piezas de este ajuar eran una ajorca de terracota que, por su pequeño diámetro, nos permite pensar que el difunto era una persona joven, cuyos restos óseos se depositaron en su interior, y un platillo votivo.

Los objetos entraron al Museo de Campillo por donación de Javier Álvarez, y tanto la urna cineraria, de notable tamaño para lo que es frecuente en este tipo de vasijas de enterramiento, como su ajuar, están expuestos en las vitrinas del museo campillano. La urna no tiene tapa, pero lo más probable es que fuera de la tipología conocida como “de orejetas”, a tenor de otros hallazgos similares efectuados en el yacimiento de Santa Quiteria. No fue obtenida mediante una excavación arqueológica científica y sistemática, sino que procede de hallazgos casuales en superficie o del expolio constante de que ha sido objeto el poblado ibérico desde hace más de cuarenta años, lo que generó un lamentable e ilegal comercio del que se aprovecharon -y se siguen aprovechando- algunos desaprensivos.

La fíbula está realizada en cobre batido, faltándole en la parte posterior la aguja prendedora y sus apoyos, de los que se han conservado unos mínimos restos, pero suficientes para conocer su factura. Mide 3 cm. de alto por 3’5 cm. de ancho, permitiendo por su diseño y utilidad varios puntos de contemplación, en cualquier caso singulares y de notable belleza.

Poniendo un poco de imaginación, en horizontal tiene un aspecto barquiforme, mientras que en vertical recuerda la forma de un medio labryx o destral, hachas que han sido relacionadas con el culto a la Diosa Madre, en cierta medida también presente en la fíbula, quien parece extender sus brazos en gesto de protección, que luego pasaría a la iconografía cristiana de las vírgenes de la Misericordia o grandes santos fundadores de órdenes religiosas. También nos puede recordar a algún pasaje del mundo clásico, como el nacimiento de Venus o alguna ninfa de la mitología. Su diseño es de gran originalidad y atrevimiento para la época de procedencia, sencillo, esquemático, con roleos barrocos, cuya estética permite relacionarla con realizaciones contemporáneas de joyería o bisutería de estilo modernista por su barroquismo, o con el arte déco incluso. Es decir, que estamos ante una pequeña pieza de gran actualidad y originalidad, aunque tenga ya más de dos mil años de antigüedad, de escaso o ningún valor crematístico, pero sí de gran valor histórico, al menos para Campillo.

El yacimiento arqueológico de Santa Quiteria, y especialmente su necrópolis, de donde procede la fíbula, ha sido saqueado sistemáticamente por furtivos y expoliadores, destruyendo con sus acciones vandálicas la información arqueológica e histórica que podría haber transmitido si se hubiera actuado a tiempo. Una excavación arqueológica es como la lectura de un libro, el libro de la tierra, al que se le fueran arrancando las hojas a medida que se van leyendo y que a la vez quedan destruidas. Por eso una excavación ha de ser algo muy metódico y cuidadoso, de lo contrario su información se perdería y los objetos que aparezcan no servirían para otra cosa que llenar las vitrinas de los expoliadores o de los coleccionistas ricos y caprichosos.

La fíbula de Campillo es bonita, sí, pero nos dice poco de aspectos cruciales como dónde apareció exactamente la urna en que se encontraba depositada, el estrato de su hallazgo, objetos que aparecieron a su lado, si es un producto de origen local o proveniente de un comercio comarcal, nacional o de otros lugares alejados del país, etc. Nada sabemos al respecto por haber sido obtenida o conseguida por medios poco ortodoxos. Por allí aparecieron algunas monedas, badajos de campanillas votivas, cabujones de pasta vítrea, huesos, etc., pero al haberse obtenido todo fuera de contexto no sirven para nada, su lección histórica se ha perdido para siempre por no haberse leído bien ese “libro histórico de la tierra”, donde lo más antiguo sale en los estratos más profundos, y lo más nuevo en los estratos más superficiales, y casi siempre con la aparición  y mezcla de otros restos, sean éstos locales o foráneos, lo que a su vez enriquecería la “lectura” o excavación si se hace bien.

En el yacimiento ibérico de Santa Quiteria, al parecer de ocupación sucesiva, no se ha llevado a cabo nunca una excavación arqueológica, ni siquiera una cata de urgencia. Sí se hizo, hace años, una pequeña excavación en la necrópolis o campo de urnas de enterramiento. Pero como suele ser frecuente, se hizo tarde, mal y nunca, según la acertada expresión campillana. Los arqueólogos participantes redactaron una memoria de actividades y resultados, e incluso se llevó a cabo una mínima exposición en el salón de plenos del ayuntamiento de Campillo, una penosa exposición de paneles porque no se halló nada señalado en la intervención arqueológica, y nada se pudo exponer, salvo la planimetría donde se señalaban los lugares en que se habían localizado urnas, y solo los restos o marcas de sus bases. Por eso se recurrió a exponer las tres o cuatro urnas que ahora se exhiben en el museo, donadas por Javier Álvarez y Alfredo Panadero, y entre ellas se expuso la urna que albergaba la hermosa fíbula que nos ocupa. Cuando esta fíbula o alfiler se expuso por vez primera en el museo, pensé que teníamos delante el logotipo más llamativo para una hipotética papelería de nuestro museo, un logo identificador del mismo, de atrevido diseño y de más de dos milenios de antigüedad, un símbolo de Campillo.

Al hilo del furtivismo y expolio constante que ha venido sufriendo el yacimiento a lo largo de las últimas décadas, denunciado incluso ante la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha, aunque con poco éxito, quisiera recordar aquí que en el Museo de Cuenca se expone una pequeña pieza de más que probable origen campillano, un jinete a caballo tocado con espectacular morrión, relacionable y equiparable con el famoso “Guerrer de Moixent”, o Guerrero de Mogente, aparecido en el yacimiento ibérico de la Bastida de les Alcuses, ubicado en el pueblo valenciano de Mogente. Y fue el arqueólogo Alberto J. Lorrio, estudioso de los “signa equitum” ibéricos quien estudió la pieza del Museo de Cuenca y estableció la posibilidad muy elevada de que el jinete a caballo procediera de nuestro yacimiento de Santa Quiteria, de Campillo, pero, al igual que la fíbula de cobre, ni se obtuvo por medios adecuados, ni científicos, perdiéndose para siempre y para la historia de Campillo de Altobuey.

Un grupo de campillanos, en una visita girada hace años al cerro de Santa Quiteria, nos encontramos con un grupo de personas que provistos de los prohibidos detectores de metales se dedicaban a la búsqueda ilegal de objetos. Venían de Belmonte, población bastante alejada de Campillo, donde era conocido el yacimiento de Santa Quiteria y la facilidad e impunidad con que se podía proceder en el mismo. A partir de ahí, fuimos en varias ocasiones a “sembrar” aquellos campos de clavos, arandelas y restos metálicos para dificultar las búsquedas por parte de los expoliadores, con no mucho éxito, a lo que se añadía la característica ferruginosa de las arcillas empleadas en la fabricación de las urnas, cuya detección facilitaban.

En el museo de Campillo se conservan otras piezas de Santa Quiteria, entre ellas un hacha de hierro a la que la corrosión le está afectando gravemente y necesitaría una intervención de laboratorio, algún pilum y otros pequeños restos broncíneos que también habría que atender. No se pueden consentir estos robos, estos expolios y agresiones al patrimonio histórico-artístico. Cuidemos todos, Administración y particulares, del legado recibido de nuestros antepasados. Disfruten ahora con la contemplación al menos de esta fíbula, broche, alfiler o prendedor, procedente de Santa Quiteria y expuesto en el museo para la admiración de todos los visitantes.

                                                           Santiago Montoya Beleña

                                                           2020, año de la Covid19

1 comentario en «La Fíbula de Santa Quiteria: pieza destacada del Museo de Campillo»

  1. La verdad es que desde que descubrí este blog sobre Campillo me deja alucinado algunas publicaciones que pones. Ojalá tuviera más fuerza y repercusión todo lo que escribes sobre el pueblo.Te felicito. A la vez me entristece enterarme de estas cosas como el expolio de Santa Quiteria y la dejadez de la administración local en casos como este y el tema medio ambiental el cual pasar por la carretera vieja de San Roque o el camino de los lavajos o la sima de los monos da pena de lo contaminado que esta.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.