Campillanos ilustres

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Hace bastantes años que el éxodo rural comenzó a vaciar nuestros pueblos de moradores, quienes, con legítimo derecho, marchan a las ciudades en busca de unas mejores condiciones de vida, sociales y económicas, para sí y para sus hijos.

Por fortuna, el fenómeno de la «segunda generación» está motivando interés por las costumbres, arte e historia de sus ancestros, en los hijos de aquellos que un día se vieron obligados a abandonar sus pueblos empujados por la necesidad. Quieren saber algo de lo que constituyen sus verdaderas raíces, más o menos profundas, y por eso hay que facilitarles la información sobre las cosas para que de ese conocimiento surja el afecto y el interés y no sean indiferentes a la suerte que puedan correr tantos y tan pequeños pueblos como el nuestro.

Por esa razón, vamos a recordar, aunque sea de manera breve, algunos hijos ilustres de Campillo de Altobuey, con la finalidad de que sean conocidos por todos los campillanos, los de nacimiento y los de corazón.

Sin ningún orden cronológico especial, empezaré hablando del pintor Gaspar de La Huerta, nacido en Campillo en 1645 y muerto en Valencia en 1714, ciudad ésta en la que desarrolló su notable actividad pictórica en contacto con otros maestros como Jacinto Jerónimo Espinosa y Antonio Palomino. A su pincel se deben las pinturas de la Galería Dorada del Palacio Ducal de Gandía, los frescos de la iglesia de Biar y numerosos cuadros existentes repartidos por el Colegio del Patriarca de Valencia, Agustinas de San Martín de Segorbe, Carmelitas Descalzas de Caudiel e iglesias de Requena, por no citar más que algunos ejemplos. En este artículo se habla de su cuadro “San Vicente Ferrer y el milagro del niño de Morella”

Siguiendo con la pintura, campillano fue también Miguel Guijarro, que trabajó con Hernando de Mayorga en el retablo de la ermita del Padre Eterno, en el último tercio del siglo XVI, del que nada más se sabe por el momento.

Paisano nuestro fue el dominico Fray Pedro Romero, consejero del Duque de Alba a principios del siglo XVII, escritor notable y erudito, y tan sabio como humilde, ya que renunció a que le nombraran obispo en varias ocasiones, así como a otros cargos de importancia. Y el colmo de la humildad fue Fray Andrés de la Virgen de la Loma, agustino recoleto en nuestro convento, quien al morir pidió ser enterrado en la puerta de la sacristía para ser pisado por todos sus hermanos.

Famosas fueron las ollerías campillanas, bien documentadas desde el siglo XVIII, y quizá sea Campillo uno de los pocos pueblos que conocen el nombre y apellidos de sus antiguos artesanos alfareros: Alonso Sahuquillo, Bartolo de Yepes, Juan Sahuquillo, Pedro Pérez y Benito Castellano, todos ellos de la decimoctava centuria, de los que aún queda un digno continuador, ya inactivo, en la persona de Vicente Castellano.

Por su extraordinaria generosidad debemos un recuerdo agradecido a Fernando Nieto y a Catalina Alcaud, quienes en 1680 donaron 4.000 ducados que permitieron la construcción del convento agustino y santuario de la Virgen de la Loma. Generosa fue también, más cerca de nuestros días, Antonia López de Frías y Cobo, quien entregó todas las joyas de su familia para realizar la corona de la Virgen de la Loma, que le ciñó en 1924 el obispo de Cuenca D. Cruz Laplana. La mencionada corona, desaparecida en la guerra civil, nos es conocida gracias a vetustas fotografías que recogen tan emotivo acto para los campillanos y pueblos de la comarca.

Párroco era entonces Julio Navarro Briones, hijo del Campillo, curioso personaje, inventor, músico y, quizá, autor del Ave María tan hermoso que se canta en la procesión del Día de la Virgen, donde los hombres tenían una notable participación pero que, con el paso del tiempo, cada vez son menos los que la saben cantar.

En otra ocasión como esta, en el programa de fiestas de 1989, mencioné ya de pasada al carlista Potage y al liberal Coronado, también campillanos, que tomaron parte activa en la guerra de 1834-1840.

Campillano fue el notable agrimensor y maestro de obras Pedro Raimundo Mateo y Valiente, que nació en 1829 y que nada me extrañaría que hubiera sido el constructor de dos o tres casonas de la localidad.

Y todavía hay más campillanos que con su vida o sus obras lustraron la villa; pero hay que investigar y estudiarlos. Por eso quiero acabar estas líneas abriendo un interrogante para los jóvenes estudiantes y estudiosos campillanos: ¿Quiénes fueron Juan Salinas, Antonio Cobo, Pascual Lázaro, Alonso de Luxán, Pedro López de Frías, Cristóbal Escribano, José Antonio Atanasio de Briones?

Imagen: Autoretrato atribuido a Gaspar de la Huerta

Santiago Montoya Beleña

1994

1 comentario en «Campillanos ilustres»

  1. Como siempre me gustan las Historias de Campillo de nuestros Ilustres antepasados.
    Muchas gracias y feliz año nuevo.
    Un saludo muy cordial.

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