La Cruz de las Reliquias de Campillo

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Con este nombre se conoce en Campillo al paraje por donde entraba la Cañada de la Mesta de los Serranos o Cañada del Reino de Valencia. También la gente mayor ha utilizado el nombre de «Los Cerros de las Reliquias», montes de suave relieve así conocidos por hallarse ubicado en sus inmediaciones el conjuratorio o humilladero de la Cruz de las Reliquias.

Según era costumbre, el día 3 de mayo, o día de la Cruz, en el que se conmemoraba la invención o hallazgo de la Cruz de Cristo por Santa Elena, la gente de Campillo Io festejaba yendo al paraje citado a pasar el día, en una fiesta o paseo en la que participaban especialmente los chiquillos, jugando y correteando por aquellos lugares y dando cuenta de una buena merienda.

Campillo siempre ha profesado una acendrada devoción a la Santa Cruz, y no solo en esta fiesta, sino que también celebraba (y celebra) la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz del día 14 de septiembre o Dia del Cristo, aquí Cristo de Burgos. Pero es que, además, existía la Cofradía de la Santa Vera Cruz y de la Sangre de Cristo, de origen muy antiguo, y existió la costumbre de hacer altares dedicados a la Cruz en los portales o zaguanes de las casas, aunque esta práctica se ha perdido salvo por la iniciativa de las asociaciones de mujeres.

En aquella hornacina o conjuratorio de la Cruz de las Reliquias se albergaba una cruz cuyos travesaños y fuste estaban adornados con abundantes medallas y relicarios que los cubrían. Una reja y un cristal la protegían de la intemperie y de los desaprensivos y la gente devota y fiel tenía la costumbre de mirarla a la vez que le rezaba alguna oración para que les librara de las tormentas, pedriscos y nublados, condiciones climatológicas adversas, en suma, que podían afectar y perjudicar gravemente a las cosechas, a los animales e incluso a las personas.

Esta pequeña hornacina, al parecer, fue mandada construir por el Ayuntamiento, casi con toda seguridad para el día de la Cruz del año 1951, a tenor de lo que dice en su artículo en el periódico Ofensiva de 7 de junio de ese mismo año Gregorio de la Vega Gil, hermano del pintor conquense Víctor de la Vega Gil, ambos relacionados con Campillo por lazos de amistad. Este escrito resulta de bastante interés, lo transcribo textualmente a continuación y sobre el mismo haré algunas puntualizaciones y comentarios finales. Se trata de una columna periodística llamada «Esta Provincia» en la que incluye el artículo titulado «Desde Campillo de Altobuey. RESURGIR DE UNA CRUZ”, y dice así:

«Si alguna vez pasases por este lugar, póstrate ante esta Cruz y reza un Credo con devoción. Yo así os Io ruego a todos, hermanos míos, y sobre todo a vosotros los pastores y cazadores que sois quienes más soléis frecuentar estos solitarios parajes«. Palabras y súplicas del Sacerdote de esta villa, don Julián Briz, con motivo del resurgimiento de la Santa Cruz de las Reliquias, situada en el cerro del mismo nombre donde en un caminar de mariposa acudimos en procesión el domingo pasado, envueltos en un aroma de romeros y tomillos de la mañana gris. Tres kilómetros, o tal vez más, caminamos en pos a los acordes de nuestro cantar que rezaba el Rosario matinal, fieles al buen significado de la Santa Cruz; se nos dice, que las malas y tormentosas nubes capaces en destruir los sembrados, siempre aparecieron por aquel lugar, y que antiguamente aquella Cruz era símbolo de confianza para los labradores.

Por ello Don Julián en las palabras que nos dirigió la llamó pararrayos, como tópico de quien hace a las nubes cambiar de dirección. Al mismo tiempo hizo alarde de aquel bello panorama comparando nuestro gran cerro a su derredor con estampas de Jesús cuando hablaba a sus discípulos a orillas de los mares de Cafarnaún y Tiberiades, y mostrándonos aquel paisaje como el más hermoso de los templos. Magnífico templo, nos dijo. De bóveda tenemos el inmenso cielo y de alfombra estos vuestros verdes campos primaverales con aroma de incienso a miles de hierbecillas… Hace siglos que Campillo venera esta Cruz. Por entonces existía en la cumbre del cerro una ermita de la que hoy no queda la menor huella, donde el Excmo. Ayuntamiento ha levantado recientemente en su memoria una urna para protección de la citada Cruz que allí deja nuestra procesión confiada en la Fe de su milagro.

Con nuestra ceremonia quisimos plasmar o hacer revivir esta fiesta que duerme desde la guerra carlista, fecha en que tuvo lugar la desaparición de la Santa Cruz y que hoy al aparecer de nuevo imitamos sus ritos llenos de fervor. Una vez cumplida nuestra misión, don Julián terminando su llamada, nos explicó el significado de la Cruz e igualmente el de aquella de las Reliquias por la cual nos suplicó una oración como mínimum al pasar ante ella. En nuestro regreso, rompimos las alas de nuestro caminar de mariposa cual hojas secas que empuja el  viento monte abajo a zig zag. Una vez en el pueblo, miramos allá al fondo y en la altura apenas vimos como una pilastra destacarse en el cielo. Como fin solo me queda, labradores, recordaros las súplicas de nuestro Padre que vela por nuestro bien y por el del mundo entero. Ya Io sabes, si alguna vez pasases por allí, hinca tu rodilla en el suelo y mirando a la Cruz, rézale a Dios un Credo.

Gregorio de la Vega Gil.

Vistas de Campillo desde la Cruz de las Reliquias

El autor, Gregorio de la Vega, vemos que se refiere al recordado párroco Don Julián Briz y a los esfuerzos que tuvo que hacer por recuperar y resucitar prácticas religiosas y devociones perdidas a consecuencia de la guerra civil o incluso antes, como sucede en este caso que nos ocupa. Se había organizado una procesión a las Reliquias cantando el Rosario, y don Julián les pide que recen un Credo para que la Cruz se convierta en un pararrayos sagrado y protector, y especialmente Io pide a los pastores y cazadores que se movían por aquellos parajes. La solicitud de protección a la Divinidad con ocasión de climatología adversa, rayos, pedriscos, nubarrones, nieblas y tormentas, siempre ha sido una constante en el medio rural, y Campillo no ha sido la excepción, pero es que, además, tenemos noticia de que los campillanos tenían en la iglesia del Cristo imágenes de los santos San Abdón y San Senén, «los santos de la piedra», por su especial protección frente a los pedriscos. Los seguros antes se hacían así, y con ello se quería asegurar las cosechas y los productos para poder vivir todo el año sin sobresaltos ni hambrunas.

Lo que resulta de mucho interés es la referencia que hace De la Vega a la existencia de una ermita en la cumbre del Cerro de las Reliquias, de la que, dice él, no queda la menor huella, y por eso el Ayuntamiento había construido esa pequeña hornacina, que aún sigue ahí. Es la primera vez que oigo, o leo en este caso, que en el cerro de las Reliquias hubo una ermita. Nunca oí a nadie, personas mayores sobre  todo, decir que existió la tal ermita, ni la documentación del archivo parroquial, ni los libros de visitas del obispado se refieren a esta hipotética ermita de la Cruz de las Reliquias. Solo he encontrado una mención a la Cruz de las Reliquias en un inventario de 1901 donde se dice que estaba depositada en el Cristo. Gregorio de la Vega sigue diciendo que, con aquella ceremonia, con Don Julián al frente, quieren revivir la fiesta, que había desaparecido con las Guerras Carlistas, Io que, a su vez, había provocado la desaparición de la Santa Cruz. No habla de «la desaparición de la ermita», y la Cruz ya he comentado que se cita en el inventario del Cristo de 1901.

La época a que se refiere el autor parece encajar, pues fue en la segunda mitad del siglo XIX en la que desaparecieron tantas ermitas en Campillo (San Miguel, San Cristóbal, San Sebastián, San Quílez, Santa Quiteria, Santa Ana…) pero de todas ellas han quedado noticias, libros de cuentas, referencias parroquiales en las visitas, etc., pero de esta posible ermita de la Cruz de las Reliquias no hay nada, ningún testimonio, ni escrito ni oral.

En el archivo parroquial, bastante completo, faltan algunos libros que se perdieron con el paso del tiempo, y alguno de estos faltantes eran de estas ermitas desaparecidas comentadas. Por lo tanto, puede que hubiera algo, pero lo cierto es que nada hay. Es verdad que los labradores de Campillo siempre miraban hacia aquella zona de las Reliquias para ver lo cargado que estaba el cielo, pero también se miraba hacia allí porque era punto de entrada de las manadas serranas, ganados de la Mesta y gente de los caminos. Por los caminos llegaba lo bueno y Io malo, las posibilidades de negocio, de comercio, pero también de robos y de enfermedades, como la rabia, que las saludadoras de Campillo eran capaces de detectar con mucha antelación y de curarla si llegaba el caso. Y esto desde tiempos ancestrales.

Los expertos en calzadas romanas hacen pasar la que viene desde el Castillejo y cruza Campillo, por las cercanías del paraje de la Cruz de las Reliquias, la hacen coincidir en su trazado con la Cañada de los Serranos y con el del Camino Real a Cuenca, dejando a su izquierda la Sima de las Cabras, la Ceja y el Callejas, y a la derecha el Vallejo de los Tempranos, el Cerro Gordo y enfrente la Cabeza del Perro.

En el término de Campillo tuvieron lugar muchas escaramuzas durante las Guerras Carlistas, y tuvo lugar la que sería algo más que una escaramuza y se llamó la Batalla de las Mohedas. Tanto trajín de soldados, desde la época del Archiduque Carlos, luego la francesada o Guerra de la Independencia, luego la Guerra Civil, los maquis, etc., etc., hacía que la gente de Campillo tuviera el alma en vilo y se encomendaban a Io más sagrado, temerosas las mujeres por sus hombres, el sustento de hoy, y por sus hijos mozos, el apoyo y la seguridad del mañana. De ahí que tuvieran tanto miedo de que los reclutaran, a veces siendo muy jóvenes, y se los llevaran a la guerra. Y de esa época es y a esta situación obedece la creación de algunas poesías, de las que incluyo una estrofa que me recitó mi madre hace años, muchos años, donde la relación de la Santa Cruz con las levas de quintos queda muy patente. Dice así:

«Cruz de Mayo, Cruz de Mayo

Cruz de Mayo, primavera,

donde a los pobres soldados

se los llevan a la guerra».

Recordar es acercar las cosas al corazón, aunque a veces ese recuerdo es una nebulosa, y hacer Historia es construir un edificio mental donde no siempre tenemos todas las piezas y se convierte en un galimatías, un rompecabezas, un puzle que se empieza, pero que en ocasiones hay que esperar mucho tiempo y ver si aparece lo que falta. La gente mayor, que son la memoria viviente de nuestros pueblos, por ley de vida se van muriendo; la documentación se ha destrozado o ha desaparecido y la mayor parte de las veces tenemos noticias inconexas, o sea, bien poco, pero Io que sí tenemos es la capacidad de reflexión, de diálogo, de comunicación con los demás, de establecer hipótesis fundadas… y, quién sabe, a lo mejor cualquier día alguien nos sorprende porque tiene una fotografía antigua de la torre (la de antes del chapitel) o se encuentra en su casa algún libro del archivo, como ya ocurrió hace unos años, cuando se encontró el Tercer Libro de Fábrica de la iglesia, que estaba desaparecido y descolocado, o aquel otro libro cuyas hojas se usaron como papel higiénico, y que pudo pertenecer a cualquiera de las ermitas desaparecidas o a esta hipotética ermita de la Cruz de las Reliquias, por qué no. Vamos a ver qué pasa.

Estado de la hornacina antes de la última reparación.

En septiembre de 2016 un grupo de entusiastas campillanos fuimos a reponer la Cruz de las Reliquias y la llenamos de medallas y relicarios, como estaba tradicionalmente, medallas baratas, viejas o nuevas, y sin ningún valor económico, solo puestas con la idea de recuperar, siquiera sea momentáneamente, una página de nuestra historia, de la Historia de Campillo.

Santiago Montoya Beleña

2016

La Asociación Campillo Pueblo Vivo llevó a cabo la señalización del sendero que va desde la ermita de San Roque a la Cruz de las Reliquias. Pincha aquí para más información:

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